Por Conchi Piñeiro e Iris Cabrerizo

Escribimos este artículo como un diálogo entre personas que  nos quedamos en casa y compartiendo reflexiones sobre desigualdades y apoyos en tiempos de coronavirus. Iniciamos así:

Conchi: Escribo pensando que sólo el hecho de poder escribir estas palabras puede ser entendido como una muestra de privilegios por, entre otras cosas, no tener que estar pensando en algo más urgente y dramático en este momento. Partiendo de ahí, en estas semanas a medida que la pandemia y la emergencia sanitaria se han ido acrecentando a nivel estatal y global, una de las cuestiones que me acuden al pensamiento cada día es tomar nota de las desigualdades que en esta situación se hacen más patentes, de las múltiples cosas que en el día a día puedo dar por hecho, de la diversidad de situaciones en las que un mismo proceso de confinamiento no es el mismo. A partir de conversaciones que me despiertan a revisarme porque creo que es una de las bases para la transformación ecosocial, traigo algunas de las reflexiones que me han inspirado en los últimos días.

IrisMe consuelo pensando en la oportunidad que nos brinda esta situación de parón para pensar y tomar conciencia de las otras realidades a las que no prestábamos tanta atención antes de esta crisis. Lo vivo como una invitación a pararse y sentir cómo nos afecta ahora a nosotras, qué se mueve desde el encierro en nuestro cuerpo y mente, qué emerge; el enfado por la pérdida de derechos, las creencias respecto a ser “improductivos”, desde el miedo y la incertidumbre, con sobrecarga de cuidados a familiares… Una invitación a preguntarnos ¿qué sentimos?, ¿qué actitudes nos aparecen?, ¿dónde nos colocamos?, ¿qué permitimos o frenamos? y sobre todo, qué percibimos sobre el sistema o las estructuras que ahora nos rechinan y cómo podemos hacer, desde lo individual y colectivo, desde nuestra posición, para iniciar otro cambio.

Las dos queremos compartir aquí a modo de lista algunas de las diferencias y desigualdades que nos interpelan, que puede ir siendo completada por todas aquellas personas que buscamos tenerlas en cuenta en las formas de dar apoyo actuales y en el proceso posterior a la emergencia:

  • ¿Cómo nos está tocando la emergencia sanitaria? Las diferencias respecto a la cercanía del impacto (ingresos hospitalarios de personas queridas a las que no se puede visitar, muertes sin despedida, salud afectada, etc.), al grado de exposición, así como las condiciones de salud previas que nos pueden hacer tener mayor miedo y vulnerabilidad ante el contagio, así como ante el futuro (¿cuándo acabará? ¿podré volver a salir?) 
  • ¿Cuál es nuestra casa y qué acceso tenemos a derechos básicos incluso para las medidas de prevención? Las diferencias socioeconómicas en relación a “la casa”, como tener casa o vivir en la calle; tener casa propia ya pagada, estar hipotecada, o vivir de alquiler; tener jardín, terraza o no; tener luz en tu casa o no; tener agua y jabón o no; poder confinarnos y tener una estabilidad de ingresos o estar sin ingresos asegurados; tener tecnología para conexión a internet en casa o no, el grado de alfabetización digital (para poder seguir las clases online, hacer las tareas, hablar con personas queridas, etc.); las diferencias respecto a tener papeles o no y la vulnerabilidad que implica; familias pre covid19 con neveras vacías, con calefacciones apagadas (antes ya en pobreza energética), con citas pendientes en servicios sociales o en bancos de alimentos…
  • ¿Con quién estamos confinadas? ¿Qué redes de apoyo tenemos? ¿A quién cuidamos y quién nos cuida? Las diferencias respecto a vivir en soledad no deseada, en soledad deseada o vivir acompañada de otras personas o en comunidad…, así como tener redes de apoyo con las que compartir; respecto a sufrir violencias machistas en casa o no… Respecto al reparto de los cuidados, la sobrecarga, inequidad y la falta de conciliación y corresponsabilidad que muchas mujeres han denunciado, así como el pensamiento de las medidas desde las familias biparentales (¿con quién deja a su hija una persona que vive sola con ella cuando va a comprar? Algunas de estas medidas se han ido modificando al ir poniéndose en evidencia los sesgos desde los que se habían formulado inicialmente, de manera que no se trata aquí de hacer una crítica fácil a las medidas, que entendemos que se están poniendo ante una catástrofe como nos inspiran a llamar Yayo Herrero y Santiago Alba Rico, sino una reflexión y una llamada a la conciencia social que tenga en cuenta las desigualdades).
  • ¿Qué tipo de empleo tenemos? Que nos lleva a poder teletrabajar o no, y a salir cada día para hacer servicios esenciales (transporte, alimentación, limpieza…), o haber perdido nuestro empleo, o haber entrado en esta emergencia ya sin empleo o con trabajo sin contrato, como numerosas empleadas del hogar, o personas que forman parte de la llamada economía sumergida.
  • ¿Qué estructuras de poder se hacen más visibles aún si cabe? Estructuras de poder y discriminación que se acentúan como el racismo (los CIES, las probabilidades si eres una persona racializada de que te paren en la calle, los prejuicios y estereotipos que circulan a nivel social en relación al origen del virus o a los posibles contagios, etc.); el capacitismo (por ejemplo, al necesitar luchar para que las personas con diversidad funcional intelectual puedan salir a la calle y sean respetadas sin tener que ir marcadas para lograr ese respeto); el adultocentrismo (numerosas críticas aluden a que la narrativa y las medidas estén pensadas desde personas adultas y sea necesario reclamar los derechos de la infancia); el urbanocentrismo (que critica que las medidas están pensadas para las ciudades, pero no para el medio rural; el edadismo (con la crudeza de la gravedad actual, incluso tener que pensar qué vida vale más o discriminar a las personas de mayor edad… que no ponemos aquí como crítica al personal sanitario, sino al contrario denunciando la falta de recursos públicos en sanidad debido a la privatización, que trae la triste ratificación del pensamiento eugenésico del sistema capitalista que hace que se clasifiquen unas vidas como más válidas que otras, mediante pronósticos científicos de calidad y dignidad).
  • ¿Desde qué modelo se está dando respuesta y qué desigualdades implica? Desde el capitalismo, se opta por la agroindustria y la industria alimentaria como respuesta frente a otras posibles respuestas como las alternativas agroecológicas y locales; la inclusión de criterios ambientales en la desinfección y de medidas climáticas y de biodiversidad,en las medidas que se están tomando, así como la conexión de esta emergencia con las otras emergencias o crisis como la ecológica y social para que la respuesta sea transformadora del modelo que es parte de ésta y de las otras crisis.  

Sabemos que hay un largo etcétera que ojalá podamos ir completando aquí en diálogo con las personas que estáis leyendo estas líneas. Si no queremos dejar a nadie atrás, no podemos dejar de pensar en estos aspectos, como ya se está haciendo desde múltiples iniciativas (como las que podemos ver en https://frenalacurva.net/, iniciativas como el conversatorio #pandemiafeminista, las que surgen en los barrios y pueblos y no aparecen en ninguna web, o  las que están en las referencias al final. 

También para nosotras es importante reconocer en este escrito toda la sabiduría que hay en las personas que tienen experiencias en su vida cotidiana que se acercan a lo que ahora se ha vuelto mayoritario: el confinamiento. Por ejemplo, historias de vidas recluidas en instituciones, esas que hemos creado desde el llamado ‘estado del bienestar’. Vidas sometidas a la monetización, a los apoyos económicamente ‘sostenibles’, al retorno de inversión analizado por empresas y servicios públicos. Personas mayores, adultos con diversidad funcional, personas con diversidad mental… las mal llamadas ‘personas dependientes’ baremadas desde la economía monetaria. Personas locas que, durante estos días, nos sentimos más unidas a otras cuerdas desde el sentir conjunto de una realidad extraña. Queremos agradecer el humor de personas acostumbradas al confinamiento y la vida precaria, su cariño y consuelo, su generosidad, que en estos días nos están dando. ¡Gracias! 

Como facilitadoras, pensamos que esto nos trae poder aprender sobre desigualdades, dinámicas de poder y privilegios, tomar conciencia de esas estructuras que ahora en muchos casos estamos viendo más de cerca, aprender de nosotras y de quienes se enfrentan a ellas de manera cotidiana. 

Algunas referencias en las que profundizar: