Por Jorge Navacerrada

Hace ya un tiempo que facilitamos el taller el Libro Blanco de la Red Polar Europea, en Madrid, fue un hito importante en el camino hacia un Programa Europeo de Investigación Polar integrado. El objetivo del taller era elaborar varios libros blancos con temas de gran interés para la sociedad europea, y en los que los resultados de futuras investigaciones europeas tuvieran beneficios económicos, sociales o culturales. En él se reunió un equipo de 50 personas expertas polares de 16 países para debatir, identificar y redactar los libros blancos internacionales. Estas personas fueron minuciosamente seleccionadas en cinco esferas clave: Gente; Clima y Criosfera; Gestión sostenible de los recursos e impactos humanos; Biología, ecología y biodiversidad polares; y Nueva tecnología.

Fue una de las experiencias donde más aprendí a adaptarme y que mi estilo y rol de facilitación estuviera de una manera más útil al servicio del grupo. Nos contrataron para facilitar esos 5 grupos que desarrollaría cada uno un Libro Blanco, documento que marcaría las líneas de financiación de la investigación polar europea por los próximos lustros. Sentíamos presión por el alcance de la tarea a cumplir. Tras reuniones previas con el cliente, habíamos preparado una agenda muy completa y concreta.

La sorpresa llegó cuando ya en el taller nos informaron de que en cada grupo habría un par de personas con el rol de anfitrión/a y relator/a. Resultó que en cada grupo esas personas entendieron su rol de manera diferente y en algunos casos también se encargaron de facilitar su propio grupo. En esos casos, nuestro rol se transformó a uno de asesoría/consultoría que consistió en dejar hacer a la persona anfitriona a su estilo y apoyar en los momentos más delicados, con tensión, con poca claridad de por dónde seguir, tanto en tiempo real como en los descansos a modo de mentores/as para las personas anfitrionas.

El grupo en el que yo estuve fue uno de los que requirió esa adaptación. Al principio me costó encajar el cambio y la necesidad de transformar el rol de facilitador que normalmente desempeño en este tipo de situaciones. A medida que pasó el tiempo (pues el taller duró 5 días) lo fui viendo más y más claro y sintiéndome más cómodo en ese rol al servicio de las necesidades del grupo. En otros grupos la experiencia fue diferente, teniendo las personas facilitadoras un papel más activo. Al final, cada facilitador/a trató de poner al servicio del grupo sus habilidades para cuidar del proceso y de las personas, de la mejor manera para cumplir los objetivos dados.


Desde entonces, hablamos de “facilitación adaptativa”, siendo conscientes de que cada facilitador/a tenemos nuestro estilo propio, nuestra unicidad, que podemos aportar a los grupos y así enriquecerlos; y a la vez cada grupo también es único y necesitará una diversidad de estilos o más bien de nuestra capacidad de fluir y no encasillarnos en nuestros territorios conocidos o zonas de confort. Aceptando este desafío entiendo que aportamos más valor desde nuestro rol.


Cuando pienso ahora en esta experiencia la conecto con este capítulo del Tao Te Ching: Relaciones entre La Gente y Los Líderes
De los buenos líderes, la gente no nota su existencia.
A los no tan buenos, la gente les honrará y alabará.
A los mediocres, les temerány a los peores les odiarán.
Cuando se haya completado el trabajo de los mejores líderes,la gente dirá: “lo hemos hecho nosotros